La dama de Shalott es una leyenda relacionada con los mitos
artúricos que trata sobre una joven encerrada en una torre, de la cual no puede
salir y por cuya ventana tampoco puede mirar. La dama solamente puede ver el
exterior mediante un espejo. El poema más representativo de esta leyenda fue el
que escribió el poeta inglés Tennyson en 1833.
El poema de la dama de Shalott es un poema muy representativo
de la Edad Media. En él, encontramos
muchos de los tópicos de este periodo de la historia: por ejemplo, la presencia
de un paisaje que cambia según avanza la historia. Así encontramos tanto
paisajes idílicos cuando las cosas están bien, como paisajes oscuros,
tenebrosos, que parece que albergan algún mal, cuando se refiere a lo
desconocido, prohibido, peligroso o que tiene que ver con alguna maldición. Se
le da una gran importancia que se da a la superstición y a las maldiciones, a la
creencia de que toda dama necesita un caballero leal y franco. Las descripciones
de personajes se realizan de acuerdo con sus rasgos psicológicos y sociales (no
se describe igual a un caballero leal y con honor, que evidentemente es guapo;
que a un campesino, o aunque en este poema no lo encontremos, a la bruja que se
encarga de realizar las maldiciones, pues ella será fea y anciana), la creencia
de que la mujer es pecadora y que no puede resistirse a las tentaciones.
En primer lugar voy a comentar el primero de estos tópicos,
que está relacionado con el paisaje. En el poema, encontramos dos tipos de
paisajes, el primer paisaje que encontramos es un paisaje idílico en el que se
describen los campos en los que trabajan los campesinos, que parecen
celestiales, ya que como dice el texto “se reúnen con el cielo”, este lugar
aparece descrito como un sitio tranquilo, y hermoso, paisaje en el que se
centran momentos y cosas buenas.
“A ambos lados del
río se despliegan,
anchos campos de
cebada y centeno,
que decoran la
tierra y se reúnen con el cielo,
y a través del
campo se extiende el camino
que va hacia las
torres de Camelot,
y la gente va y viene,
contemplando el
lugar donde se balancean los lirios
alrededor de la
isla de allí abajo,
la isla de
Shalott”
En contraposición a este fragmento, encontramos el paisaje
contrario en el que se representa un lugar maldito, oscuro y tenebroso. En este
otro fragmento se describe el lugar en el que se encuentra encerrada la dama de
Shalott, una isla en la que hay flores, esto, desde mi punto de vista quiere
realizar una metáfora, en la que las flores son la dama de Shalott, pues ella
al igual que las flores se encuentra encerrada, las flores, que no pueden
moverse de la isla, y la dama que no puede salir de la torre en la que se
encuentra. El lugar se describe como un sitio que produce miedo, porque en él,
hasta la vegetación palidece y tiembla.
“Los sauces
palidecen, tiemblan los álamos,
las leves brisas
se ensombrecen y tiemblan
en las olas que
discurren sin cesar
por el río que
rodea la isla
fluyendo hacia
Camelot.
Cuatro muros
grises y cuatro torres grises
dominan el lugar
rebosante de flores
y la silenciosa
isla aprisiona a la Dama de Shalott”
El tópico de la importancia a la superstición y a las
maldiciones, lo encontramos principalmente en este fragmento, donde, la Dama de
Shalott, tras desafiar a la maldición y dejar de tejer para mirar hacia Camelot,
tiene que enfrentarse a su destino, fatum, del que no puede escapar. En este
fragmento también encontramos referencias religiosas, probablemente, porque en
la Edad Media la religión tenía una gran importancia, esta referencia religiosa
la encontramos en el momento en el que el espejo se rompe de lado a lado, que
puede ser una comparación con la muerte de Cristo, tras la cual el templo se
fragmenta; por lo que se puede pensar que es el momento maldito por excelencia.
Otra referencia a la religión cristiana, puede ser, el hecho de que una mujer,
en este caso la Dama de Shalott, no puede resistirse a las tentaciones, como
es, en este caso, mirar hacia Camelot.
“Ella dejó el
lienzo, dejó el telar,
dio tres pasos por
la habitación,
vio florecer el
lirio en el agua,
vio la pluma y el
yelmo,
y miró hacia
Camelot.
La tela salió
volando y ondeó en el vacío,
el espejo se
quebró de lado a lado;
“La maldición cae
sobre mí”
dijo la dama de
Shalott”.
Otro tópico que encontramos aquí es la creencia de la Edad
Media, de que toda dama necesita un caballero, y en este caso la protagonista
no lo tiene, por lo que la Dama de Shalott se siente triste e incompleta.
“No
tiene un caballero leal y franco, la dama de Shalott”.
Como conclusión, creo que este texto, muestra un mínimo de
los infinitos tópicos que posee la Edad Media, la época de las, brujas, magos,
dragones y princesas esperando a que un príncipe las rescate de una torre.
Desde mi punto de vista, este periodo de la historia parece fruto de los
tópicos, que son en lo primero que pensamos cuando nos hablan de Edad Media.
Es decir, probablemente si alguien me preguntase sobre la
Edad Media lo primero que se me vendría a la cabeza sería una enorme torre en
la que se encuentra una bella princesa, dulce, joven, de tez blanca, rubia,
buena e inocente, que espera que su príncipe azul la rescate.
También puede ser que nos viniesen a la cabeza las grandes
cruzadas, príncipes luchando contra dragones y una bruja “piruja” que crea
maldiciones.
Nuestra incorrecta idea de Edad Media es, que en ella todo
son extremos, todo es o muy bueno o muy malo, no hay un término medio; es
decir, o la princesa es muy bella, o es muy fea, no encontramos un término
medio. Nuestra idea nos permite ver a un príncipe guapo, apuesto, valiente,
leal a su rey y a su dama, fuerte, un hombre de honor. Cuando en realidad eso
nunca ha existido, porque evidentemente, seguro que ese príncipe al que acabo
de describir en algún momento dejó de ser tan guapo, o no era tan guapo como él
se pensaba, estoy segura de que en más de una ocasión el príncipe sintió miedo,
o de una guerra o de un viejo castillo oscuro; probablemente, este personaje
tan perfecto y tan leal a su rey y a su princesa, en más de una ocasión hubiese
querido abandonar a ambos, pero ninguno de estos fallos se dice, porque todos
estos cuentos terminan con un “colorín colorado, este cuento se ha acabado”.
Una época, en la que la iglesia era la que marcaba el día a
día de cada una de las personas. Una época en la que se trabajaba de sol a sol
para un señor feudal, en la que los pueblos aún se sentían parte del imperio
romano. Y es que, en realidad, la Edad Media no es un tiempo delimitado, claro
y con identidad propia, decir, la edad media, no va desde el 476 al 1492, como
siempre nos han enseñado, sino que consiste en una amalgama de situaciones y
hechos que bajo un mismo periodo histórico establecieron las bases de la
moderna Europa. No se trata de una época oscura y terrible. Muchos piensan que
en este periodo la cultura permaneció oculta en los monasterios, de mano de la
Iglesia, y eso es verdad, pero gracias a ello, se realizaron grandísimas obras
de arte, como por ejemplo la Catedral de Santiago de Compostela, o la iglesia de
San Martín de Fromista; otorgó los
valores fundamentales con los que posteriormente se lograría la evolución
paulatina hacia el desarrollo y la modernidad.
Un tema con el que me gustaría finalizar son los tópicos de
la Edad Media que perduran hasta nuestros día, como por ejemplo, el tópico
comentado anteriormente según el cual todas las mujeres para ser felices
necesitan encontrar a su príncipe azul, casarse y tener hijos. Este tópico,
aunque parece viejo y pasado de moda, en realidad, no está tan pasado de moda,
pues en la actualidad todas las mujeres buscan una pareja, poco a poco, con
mucha lentitud se va llegando a la idea de que la mujer puede ser
independiente, pero seguimos en una sociedad en la que decir “Tengo treinta
años y estoy soltera” nos suena raro.
A pesar de que el
tiempo haya avanzado, en algunos aspectos seguimos siendo “medievales”, no
hemos avanzado tanto como la humanidad se cree. Puede que hayamos inventado
teléfonos, vacunas, ordenadores… pero en realidad nuestra concepción sobre el
ser humano no ha cambiado nada. El hombre, sigue teniendo esa imagen de que
debe ser fuerte, que debe salvar a su dama en apuros; y la mujer, mantiene el
tópico de que necesita a un hombre en su vida, ¿Porqué si hemos conseguido
avanzar tanto en el sentido tecnológico, nos hemos mantenido con la misma
postura en lo que se refiere el ser humano? ¿Porqué seguimos añadiendo tópicos
a cada uno de los momentos de la historia y no dejamos las cosas como están?
imagen: La dama de Shalott, de Waterhouse