miércoles, 11 de mayo de 2016

La dama de Shalott

La dama de Shalott es una leyenda relacionada con los mitos artúricos que trata sobre una joven encerrada en una torre, de la cual no puede salir y por cuya ventana tampoco puede mirar. La dama solamente puede ver el exterior mediante un espejo. El poema más representativo de esta leyenda fue el que escribió el poeta inglés Tennyson en 1833.
El poema de la dama de Shalott es un poema muy representativo de la Edad Media.  En él, encontramos muchos de los tópicos de este periodo de la historia: por ejemplo, la presencia de un paisaje que cambia según avanza la historia. Así encontramos tanto paisajes idílicos cuando las cosas están bien, como paisajes oscuros, tenebrosos, que parece que albergan algún mal, cuando se refiere a lo desconocido, prohibido, peligroso o que tiene que ver con alguna maldición. Se le da una gran importancia que se da a la superstición y a las maldiciones, a la creencia de que toda dama necesita un caballero leal y franco. Las descripciones de personajes se realizan de acuerdo con sus rasgos psicológicos y sociales (no se describe igual a un caballero leal y con honor, que evidentemente es guapo; que a un campesino, o aunque en este poema no lo encontremos, a la bruja que se encarga de realizar las maldiciones, pues ella será fea y anciana), la creencia de que la mujer es pecadora y que no puede resistirse a las tentaciones.
En primer lugar voy a comentar el primero de estos tópicos, que está relacionado con el paisaje. En el poema, encontramos dos tipos de paisajes, el primer paisaje que encontramos es un paisaje idílico en el que se describen los campos en los que trabajan los campesinos, que parecen celestiales, ya que como dice el texto “se reúnen con el cielo”, este lugar aparece descrito como un sitio tranquilo, y hermoso, paisaje en el que se centran momentos y cosas buenas.
“A ambos lados del río se despliegan,
anchos campos de cebada y centeno,
que decoran la tierra y se reúnen con el cielo,
y a través del campo se extiende el camino
que va hacia las torres de Camelot,
y la gente va y viene,
contemplando el lugar donde se balancean los lirios
alrededor de la isla de allí abajo,
la isla de Shalott”


En contraposición a este fragmento, encontramos el paisaje contrario en el que se representa un lugar maldito, oscuro y tenebroso. En este otro fragmento se describe el lugar en el que se encuentra encerrada la dama de Shalott, una isla en la que hay flores, esto, desde mi punto de vista quiere realizar una metáfora, en la que las flores son la dama de Shalott, pues ella al igual que las flores se encuentra encerrada, las flores, que no pueden moverse de la isla, y la dama que no puede salir de la torre en la que se encuentra. El lugar se describe como un sitio que produce miedo, porque en él, hasta la vegetación palidece y tiembla.

“Los sauces palidecen, tiemblan los álamos,
las leves brisas se ensombrecen y tiemblan
en las olas que discurren sin cesar
por el río que rodea la isla
fluyendo hacia Camelot.
Cuatro muros grises y cuatro torres grises
dominan el lugar rebosante de flores
y la silenciosa isla aprisiona a la Dama de Shalott”

El tópico de la importancia a la superstición y a las maldiciones, lo encontramos principalmente en este fragmento, donde, la Dama de Shalott, tras desafiar a la maldición y dejar de tejer para mirar hacia Camelot, tiene que enfrentarse a su destino, fatum, del que no puede escapar. En este fragmento también encontramos referencias religiosas, probablemente, porque en la Edad Media la religión tenía una gran importancia, esta referencia religiosa la encontramos en el momento en el que el espejo se rompe de lado a lado, que puede ser una comparación con la muerte de Cristo, tras la cual el templo se fragmenta; por lo que se puede pensar que es el momento maldito por excelencia. Otra referencia a la religión cristiana, puede ser, el hecho de que una mujer, en este caso la Dama de Shalott, no puede resistirse a las tentaciones, como es, en este caso, mirar hacia Camelot. 

“Ella dejó el lienzo, dejó el telar,
dio tres pasos por la habitación,
vio florecer el lirio en el agua,
vio la pluma y el yelmo,
y miró hacia Camelot.

La tela salió volando y ondeó en el vacío,
el espejo se quebró de lado a lado;
“La maldición cae sobre mí”
dijo la dama de Shalott”.

Otro tópico que encontramos aquí es la creencia de la Edad Media, de que toda dama necesita un caballero, y en este caso la protagonista no lo tiene, por lo que la Dama de Shalott se siente triste e incompleta.
“No tiene un caballero leal y franco, la dama de Shalott”.

Como conclusión, creo que este texto, muestra un mínimo de los infinitos tópicos que posee la Edad Media, la época de las, brujas, magos, dragones y princesas esperando a que un príncipe las rescate de una torre. Desde mi punto de vista, este periodo de la historia parece fruto de los tópicos, que son en lo primero que pensamos cuando nos hablan de Edad Media.

Es decir, probablemente si alguien me preguntase sobre la Edad Media lo primero que se me vendría a la cabeza sería una enorme torre en la que se encuentra una bella princesa, dulce, joven, de tez blanca, rubia, buena e inocente, que espera que su príncipe azul la rescate.

También puede ser que nos viniesen a la cabeza las grandes cruzadas, príncipes luchando contra dragones y una bruja “piruja” que crea maldiciones.

Nuestra incorrecta idea de Edad Media es, que en ella todo son extremos, todo es o muy bueno o muy malo, no hay un término medio; es decir, o la princesa es muy bella, o es muy fea, no encontramos un término medio. Nuestra idea nos permite ver a un príncipe guapo, apuesto, valiente, leal a su rey y a su dama, fuerte, un hombre de honor. Cuando en realidad eso nunca ha existido, porque evidentemente, seguro que ese príncipe al que acabo de describir en algún momento dejó de ser tan guapo, o no era tan guapo como él se pensaba, estoy segura de que en más de una ocasión el príncipe sintió miedo, o de una guerra o de un viejo castillo oscuro; probablemente, este personaje tan perfecto y tan leal a su rey y a su princesa, en más de una ocasión hubiese querido abandonar a ambos, pero ninguno de estos fallos se dice, porque todos estos cuentos terminan con un “colorín colorado, este cuento se ha acabado”.

Una época, en la que la iglesia era la que marcaba el día a día de cada una de las personas. Una época en la que se trabajaba de sol a sol para un señor feudal, en la que los pueblos aún se sentían parte del imperio romano. Y es que, en realidad, la Edad Media no es un tiempo delimitado, claro y con identidad propia, decir, la edad media, no va desde el 476 al 1492, como siempre nos han enseñado, sino que consiste en una amalgama de situaciones y hechos que bajo un mismo periodo histórico establecieron las bases de la moderna Europa. No se trata de una época oscura y terrible. Muchos piensan que en este periodo la cultura permaneció oculta en los monasterios, de mano de la Iglesia, y eso es verdad, pero gracias a ello, se realizaron grandísimas obras de arte, como por ejemplo la Catedral de Santiago de Compostela, o la iglesia de San Martín de Fromista;  otorgó los valores fundamentales con los que posteriormente se lograría la evolución paulatina hacia el desarrollo y la modernidad.
Un tema con el que me gustaría finalizar son los tópicos de la Edad Media que perduran hasta nuestros día, como por ejemplo, el tópico comentado anteriormente según el cual todas las mujeres para ser felices necesitan encontrar a su príncipe azul, casarse y tener hijos. Este tópico, aunque parece viejo y pasado de moda, en realidad, no está tan pasado de moda, pues en la actualidad todas las mujeres buscan una pareja, poco a poco, con mucha lentitud se va llegando a la idea de que la mujer puede ser independiente, pero seguimos en una sociedad en la que decir “Tengo treinta años y estoy soltera” nos suena raro.

 A pesar de que el tiempo haya avanzado, en algunos aspectos seguimos siendo “medievales”, no hemos avanzado tanto como la humanidad se cree. Puede que hayamos inventado teléfonos, vacunas, ordenadores… pero en realidad nuestra concepción sobre el ser humano no ha cambiado nada. El hombre, sigue teniendo esa imagen de que debe ser fuerte, que debe salvar a su dama en apuros; y la mujer, mantiene el tópico de que necesita a un hombre en su vida, ¿Porqué si hemos conseguido avanzar tanto en el sentido tecnológico, nos hemos mantenido con la misma postura en lo que se refiere el ser humano? ¿Porqué seguimos añadiendo tópicos a cada uno de los momentos de la historia y no dejamos las cosas como están?
imagen: La dama de Shalott, de Waterhouse

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